martes, 29 de diciembre de 2009

El enlace intraoracional: asíndeton, parataxis, hipotaxis

Al estudiar gramaticalmente la articulación de las distintas partes de la oración compuesta se distingue entre yuxtaposición (enlace asindético), coordinación (enlace paratáctico) y subordinación (enlace hipotáctico). En la unión asindética, los elementos están relacionados sin palabras de enlace, en la paratáctica y la hipotáctica, por conjunciones coordinantes y subordinantes, respectivamente. La hipotaxis es la forma de relación más compleja, presenta una mayor jerarquización entre los elementos oracionales y permite una gama más amplia de matizaciones expresivas. Por ello, cuanto más culto y complejo sea el lenguaje, más denso será su grado de hipotaxis. La parataxis, en cambio, denota un uso lingüístico menos elaborado (por ejemplo, un uso infantil o coloquial), y el asíndeton subraya los aspectos del lenguaje que no son los lógico-discursivos.

Por supuesto, estas relaciones no son exclusivas de los componentes de una oración compuesta, y hemos visto la facilidad del inglés para separar con puntos segmentos discursivos enlazados en castellano dentro de una misma frase. Por otra parte, no hay que olvidar que el asíndeton también puede expresar relaciones coordinadas y subordinadas.

El inglés muestra una marcada preferencia por la yuxtaposición y la coordinación; el castellano, en cambio, hace un uso general mucho más amplio de la subordinación. La subordinación, en inglés, implica un uso «latinizante» del lenguaje, que en inglés contemporáneo ha perdido gran parte del predicamento que tuvo en otro tiempo; se ha hecho menos frecuente y está quedando reducido a un registro de lengua cada vez más culto y elaborado. Además, en inglés, es mucho más usual el empleo de períodos yuxtapuestos, en los que las relaciones de coordinación o subordinación tienen lugar sin la intervención de un nexo oracional explícito; por ello, en el trasvase al castellano se hace necesaria la restitución de tales nexos.

Linked with Guatemala in colonial days, Chiapas became a Mexican state in 1824; its boundaries were fixed in 1882.

Unida a Guatemala en la época colonial, la región de Chiapas se convirtió en un estado mejicano en 1824, y sus fronteras quedaron fijadas en 1882.


The linguistic analysis of literature is not an interpretation of what the text means; it is an explanation of why and how it means what it does.

El análisis lingüístico de la literatura no es una interpretación de lo que el texto quiere decir, sino que es una explicación de por qué y cómo dice lo que quiere decir.


En el primer ejemplo, la relación de coordinación se ha explicitado en castellano mediante la conjunción copulatica «y»; en el segundo, mediante la adversativa «sino».

Astronomers determine the age of the Universe by measuring the Hubble constant, the rate at which the Universe is expanding.

Los astrónomos calculan la edad del universo midiendo la constante de Hubble, que es la velocidad a la que éste se expande.


Es este ejemplo, el asíndeton oculta una subordinación de tipo adjetivo, que en castellano se explicita por medio de una oración relativa explicativa.
Un nexo interoracional que suele omitirse con frecuencia en inglés es la partícula «that» ya sea como conjunción subordinante o como pronombre relativo.

We figured it must have been a random quality check to keep the troops in line.

Imaginamos que debe de haber sido un control de calidad aleatorio para mantener el orden de las tropas.

One fringe party features a “doctor” who urges viewers to find confort in the biorhythms he emits through their television sets.

Un partido marginal presenta a un «médico» que insta a los telespectadores a buscar alivio en los biorritmos que emite a través del televisor.

Eventually came the day we had been longing for.

Al final llegó el día que habíamos estado esperando.


En estos tres casos, la presencia en las versiones en castellano de «que» explicita la relación hipotáctica. En la primera frase, como conjunción que introduce una subordinada sustantiva de complemento directo; y en la segunda y la tercera, como pronombre relativo que introduce una subordinada adjetiva.

Juan Gabriel López Guix, Jacqueline Minett Wilkinson, Manual de traducción inglés / castellano, Editorial Gedisa, 1997.

Sustantivos ambiguos en cuanto al género

Se denominan así los sustantivos que admiten cualquiera de los dos géneros sin que ello implique una diferencia desde el punto de vista denotativo. Se tendrá en cuenta, no obstante, que según el DRAE el uso de una u otra de las dos formas puede manifestar, en algunos casos, variedades de registro o dialectales.

Ejemplos:

el aceite - la aceite (regional)

el antípoda - la antípoda

el apóstrofe (preferible) - la apóstrofe

el armazón - la armazón (preferible)

el arte - las artes

el azúcar - la azúcar (popular y regional)

el calor - la calor (antiguo y regional)

el color - la color (antiguo y regional)

el enzima - la enzima

el epifonema - la epifonema

el herpes (preferible) - la herpes

el interrogante (preferible) - la interrogante

el linde - la linde (preferible)

el magneto - la magneto (preferible)

el mar - la mar

el maratón - la maratón (preferible)

el prez - la prez

el reuma - la reuma (vulgar)

el tilde - la tilde (preferible)

el tizne (preferible) - la tizne

el vodca (preferible) - la vodca

Nota 1: el sustantivo antípoda se emplea generalmente en masculino plural, pero la RAE acepta como locución adverbial tanto en los antípodas como en las antípodas.

Nota 2: la ambigüedad del sustantivo arte se sitúa entre el singular (preferentemente masculino) y el plural (normalmente femenino). Se dirá así: el arte gótico, el arte religioso (masc.) y el arte poética (fem.) pero en plural las bellas artes (fem.): *los bellos artes no resulta, en efecto, posible. Algo similar ocurre con mar. Si en singular son posibles el mar (forma perteneciente a la lengua estándar) y la mar (forma propia del registro poético o de la jerga de los marineros), en plural solo es posible los mares.

Nota 3: Aunque su forma estándar es masculina, mar exige el género femenino con determinados adjetivos y en ciertas frases hechas. Ejemplos: alta mar, mar rizada, hacerse a la mar.

Nota 4: la ambigüedad del sustantivo azúcar es más frecuente con el adjetivo que lo modifica que con el artículo u otro determinativo. Se podrá decir así: el azúcar blanco / el azúcar blanca, el azúcar negro / el azúcar negra, el azúcar molido / el azúcar molida. En plural, solo es posible la forma masculina: los azúcares refinados.

Nota 5: Los sustantivos ambiguos en cuanto al género no deben ser confundidos con aquellos sustantivos femeninos que comienzan con a- o ha- tónica (ej. agua, águila, aula, hacha, hambre, etc.). En efecto, estos sustantivos son femeninos pero, en singular, toman los artículos el y un y los indefinidos algún y ningún.

el agua clara - un águila guerrera - algún hacha pequeña
las aguas claras - unas águilas guerreras - algunas hachas pequeñas

María Marta García Negroni, Laura Pérgola y Mirta Stern, El arte de escribir bien en español: manual de corrección de estilo, Buenos Aires, Santiago Arcos, 2004.

martes, 22 de diciembre de 2009

Posesivos

La divergencia en el uso de los posesivos puede conducir a un caso claro de lo que se ha denominado anglicismos de frecuencia.
El castellano hace un uso comedido de ellos, en comparación no sólo con el inglés sino también con el francés y el alemán. Desde el punto de vista del castellano, la utilización que hace el inglés de los posesivos es realmente inflacionaria, y la frecuencia con la que aparecen en esta lengua supera con creces el grado tolerable de redundancia.

The woman, in fact, holds her hands by her sides and tilts her head at an angle of five an a half degrees. Her hair falls just to her shoulders.
En realidad, la mujer tiene las manos junto al cuerpo y ladea la cabeza en un ángulo de cinco grados y medio. El pelo le llega a los hombros.


En este ejemplo, los cinco posesivos se han convertido en otros tantos artículos definidos.
Por lo general, los adjetivos posesivos ingleses se convierten en artículos definidos. Muchas veces, además, esta transposición se complementa con la introducción de un dativo de interés (que expresa la persona que recibe las consecuencias de la acción), unido en ocasiones al verbo (enclisis), que recoge parte de la carga semántica del posesivo inglés. Es lo que ocurre, sin enclisis, en la segunda frase del ejemplo anterior. O, con pronombre enclítico, en la siguiente:

The blood began to trickle down his chest.
La sangre empezó a correrle por el pecho.


Otra posibilidad es la transposición del posesivo por un «se» reflexivo.

He smiled, patted his pockets, and rubbed his forefinger and thumb in the Greek way of expressing money.
Sonrió, se palpó los bolsillos y frotó el dedo índice con el pulgar como hacen los griegos para referirse al dinero.


En este ejemplo, el primer «his» (de «patted his pockets») se ha desglozado en dos transposiciones; por un lado, un pronombre reflexivo («se palpó») y, por otro, en un artículo definido («los bolsillos»); el segundo «his» ha sufrido una simple transposición en artículo definido.
Por supuesto, es posible la combinación del uso del pronombre reflexivo y el pronombre dativo.

Pay her a compliment and her eyes will light up.
Dile un cumplido y se le iluminarán los ojos.


Por otra parte, merece comentarse también la concordancia que se produce en inglés -y no en castellano- cuando el posesivo se refiere a partes corporales y los poseedores son varios.

We use brown and white plastic folding patio chairs, so our backs are completely shot.
Utilizamos sillas plegables de jardín de plástico marrón y blanco, de modo que tenemos la espalda completamente molida.


La abundancia de posesivos ingleses se pone de manifiesto en el abanico de posibilidades morfológicas «his», «her», «its», «your» y «their» frente al único «su» en castellano. El siguiente es un ejemplo sencillo:

They didn’t aspire to be a couple. They were friends. María called Sam «My Friend.» I was also her friend.
No aspiraban a ser una pareja. Eran amigos. María llamaba a Sam «su amigo». Yo también era un amigo de María.


En casos como éste y el que aparece a continuación, se hace muchas veces necesaria en castellano una explicitación del referente para evitar posibles ambigüedades.

And she had seen that if he was to pursue his destiny, her art would have to be subordinate to his.
Y ella se había dado cuenta de que, para que él alcanzara su destino, tendría que subordinar su arte al de él.


Juan Gabriel López Guix, Jacqueline Minett Wilkinson, Manual de traducción inglés / castellano, Editorial Gedisa, 1997.

Contrasting ideas

Two ideas can be contrasted with each other using the words whereas and while:

Real property refers to land and anything permanently attached to the land, whereas/while personal property refers to all other property.

Both whereas and while can appear at the beginning of the sentence as well:

Whereas/While
real property refers to land and anything permanently attached to the land, personal property refers to all other property.


It should be noted that whereas is used in Legal English in two distinct ways. The first use has the meaning of “but on the contrary” (as un the present example). The second use is at the beginning of recitals, i.e. the setting forth of facts or other important matter in a deed, contract or other legal document.

Whereas, the parties wish to amend certain terms of the Sales Contract; and
Whereas, certain capitalised terms not otherwise defined herein are defined in the Sales Contract...


Amy Krois-Linder, International Legal English, Professional English, Cambridge.

El orden de las palabras

Todas las lenguas tienen modos propios de ordenar las palabras dentro de la frase y muestran en esta ordenación una mayor o una menor laxitud, lo cual no implica, por supuesto, que todas las posibilidades tengan el mismo valor comunicativo. Un rasgo prácticamente fijo del inglés es la anteposición del adjetivo; otro, la presencia del sujeto delante del verbo. El castellano permite variaciones en ambos casos. En relación con el segundo de ellos, ya tenemos comentado que la mayor libertad sintáctica del castellano con respecto a la rigidez del inglés es posible gracias a la conservación en castellano de las desinencias verbales.
Además, la existencia de esta flexión es la que permite también la omisión del sujeto en castellano, al contrario de lo que ocurre en inglés, donde esta presencia es casi siempre obligatoria. Este fenómeno puede dar lugar a calcos de estructura cuando en la versión castellana se mantienen los sujetos pronominales.
Otro rasgo sintáctico diferenciador es la tendencia del inglés a colocar el verbo al final de la oración. Las soluciones en castellano pueden ser variadas, pero coinciden con evitar la presencia del verbo en último término.

When a wave passes it distorts space so that the lengths of the tubes vary.
Cuando pasa una onda, distorsiona el espacio, con lo cual varían las longitudes de los tubos.

These artificial languages have not made much progress, though an international society of Esperanto speakers does exist.
Estas lenguas artificiales no han realizado grandes progresos en su difusión, a pesar de la existencia de una sociedad internacional de esperantistas.


Delors himself says that “new institutional arrangements” for the EC are needed, at least partly to avoid having small countries frequently in the chair.
El propio Delors afirma que la CE necesita «nuevos acuerdos institucionales», al menos para evitar que los pequeños países ocupen con demasiada frecuencia la presidencia.

The typical mention of the translator in a review takes the form of a brief aside mention in which more often than not, the transparency of the translation is gauged.
La típica referencia que se hace al traductor en una reseña es un breve comentario incidental en el que, la mayoría de las veces, lo que se juzga es la transparencia de la traducción.


Este rasgo sintáctico del inglés está relacionado con sus estrategias para otorgar relieve a determinados elementos. En principio, un procedimiento usual, tanto en inglés como en castellano, para otorgar relieve es la inversión del tema y el rema; sin embargo, existen en inglés estructuras que permiten anteponer el elemento al que se quiere dar énfasis y que al traducirse al castellano pueden exigir una ligera reordenación.

That Mars is inhabited by beings of some sort or another we may consider as certain as it is uncertain what those beings may be.
Podemos estar tan seguros de que Marte está habitado por algún tipo y otro de seres como poco seguros de la naturaleza de dichos seres.

How far we would have been permitted to proceed I do not know.
No sé hasta dónde se nos habría permitido llegar.

Whether women are scared remains to be seen, but they clearly are angry.
Queda por ver si las mujeres están asustadas, pero de lo que no cabe duda es de que están furiosas.


Es estos ejemplos, desde el punto de vista de la presentación de la información vemos que, en inglés, el rema o la información nueva, se ha antepuesto al tema o aquello de lo que se habla. Los casos de divergencia en que puede resultar más difícil mantener la inversión tema-rema se producen especialmente ante oraciones subordinadas inglesas introducidas por «that» y, también, por partículas «wh».

Juan Gabriel López Guix, Jacqueline Minett Wilkinson, Manual de traducción inglés / castellano, Editorial Gedisa, 1997.

Nouns ending in -or and -ee

Words ending in -or and -ee (such as promisor/promisee) are commonly found in legal texts of all kinds, but particularly in contracts. In these words, the -or indicates the person initiating the action, and the -ee ending the one receiving it. Thus promisor refers to a person making a promise, while the promisee is the recipient of the promise, or the person to whom something has been promised. Note that words of this type are also found in everyday English (for example employer, someone giving employment; employee, someone receiving employment).

Amy Krois-Linder, International Legal English, Professional English, Cambridge.

martes, 15 de diciembre de 2009

Spelling in legal texts


Lawyers are trained to pay attention to detail. Therefore, spelling mistakes in a letter are likely to be noticed and will create a very bad impression. Spelling, punctuation, and grammar should all be checked carefully. Many people rely on the spell-checker in their computer to ensure there are no spelling mistakes. However, spell-checkers often prescribe American spellings, while clients and other correspondents may prefer British spellings. In any case, certain kinds of mistakes will slip through such a check, e.g.:
- Where a word may be spelt correctly but is the wrong word: I saw it their (instead of I saw it there).
- Where a compound word is incorrectly split into two words, or two words are incorrectly combined to form a valid compound word: the good will of the company (instead of the goodwill of the company).
There is no substitute for carefully proofreading each letter that you have written.

Rupert Haigh, Oxford Handbook of Legal Correspondence, Oxford University Press, 2006.

Gerundio: usos incorrectos

a) Gerundio de posterioridad: esta construcción se utiliza en la lengua española desde el siglo XIII. Según Andrés Bello, sin embargo, este empleo es “una degradación que desluce el castellano moderno”. El gerundio no puede indicar acción posterior a la expresada por el verbo principal. En estos casos, debe eliminarse el gerundio y sustituírselo por una forma verbal finita. Así, en lugar de:

*El conductor se estrelló contra un árbol siendo trasladado al hospital.

Debe decirse:

El conductor se estrelló contra un árbol y fue trasladado al hospital.

b) Gerundio adjetivo con función atributiva: el gerundio no posee naturaleza adjetiva, a diferencia del gerundio francés o del inglés. Sin embargo, el gerundio tiene dos usos con función adjetiva: uno atributivo y otro referido al objeto directo de la oración principal con función predicativa. Desde el punto de vista normativo, el gerundio atributivo es incorrecto:

*Juan descubrió una caja conteniendo joyas.

Se exceptúan de este caso ciertas frases hechas como agua hirviendo, carbones ardiendo, hombres trabajando. En cambio, su uso es correcto cuando funciona como predicativo objetivo.

En el bar se escuchaba la banda tocando.

c) Gerundio con valor especificativo: el gerundio tiene carácter adverbial. Su valor solo puede ser explicativo y no especificativo. Es incorrecto cuando significa cualidad o estado o acciones muy lentas. El gerundio debe ser reemplazado por una preposición incluida adjetiva. En lugar de:

*El cajón conteniendo recetas estaba cerrado.
*Se busca vendedora teniendo tres años de experiencia.

Debe decirse:

El cajón que contenía recetas estaba cerrado.
Se busca vendedora que tenga tres años de experiencia.


d) Gerundio del “Boletín Oficial del Estado”: así se llama irónicamente el gerundio que se utiliza incorrectamente para definir las leyes o los decretos.

En lugar de:
*La ley regulando las tarifas telefónicas será derogada.

Debe decirse:
La ley que regula las tarifas telefónicas será derogada.

e) Como + Gerundio: con valor comparativo es correcto, de lo contrario constituye un galicismo.

Le respondió, como burlándose, que no sabía que decir.
La noticia se refiere a la seguridad como diciendo que no se han tomado medidas correctas.


f) Gerundio que acompaña a sustantivos con función de objeto indirecto o circunstancial.

En lugar de:
*Le compró una muñeca a una nena andando en bicicleta.
*Me dirigí hacia dos niños jugando a la pelota.


Debe decirse:
Le compró una muñeca a una nena que andaba en bicicleta.
Me dirigí hacia dos niños que jugaban a la pelota.


g) Acumulación de gerundios: debe tenerse en cuenta que el uso abusivo de gerundios indica poco dominio del idioma español y le hace perder fluidez al discurso.

María Marta García Negroni, Laura Pérgola y Mirta Stern, El arte de escribir bien en español: manual de corrección de estilo, Buenos Aires, Santiago Arcos, 2004.

lunes, 14 de diciembre de 2009

El gerundio: usos correctos

El gerundio es una formal verbal no finita que cumple funciones de adverbio (a) y en algunas ocasiones, funciona como un adjetivo (b). Sin embargo, en ninguno de los dos casos pierde su carácter verbal.

a) Martín estudió toda la noche escuchando la radio.
b) En la plaza había niños jugando (= que jugaban).


Posee dos formas:

a) una simple: manifiesta acción durativa e imperfecta y expresa simultaneidad o anterioridad inmediata respecto del tiempo del verbo principal. Ejemplo: Corriendo se lastimó (anterioridad), Salió llorando (simultaneidad).
b) una compuesta: denota acción acabada y expresa anterioridad mediata o inmediata respecto del verbo principal. Ejemplo: Habiendo terminado de comer, se retiró a descansar.
El gerundio admite solo pronombres enclíticos: dándoselo, imprimiéndolo, etc.

Usos correctos del gerundio


a) Simultaneidad: cuando indica una acción que cumple el mismo sujeto que tiene la oración principal.

Estudio escuchando la radio.

b) Función adverbial: modifica al verbo como un adverbio de modo.

Canta desafinando.

c) Gerundio en proposiciones complementarias de un sustantivo: tiene carácter explicativo y va entre comas. El gerundio se refiere al sujeto de la oración en que se halla y enuncia una acción colateral a la del verbo principal.

El ladrón, viendo que la policía lo perseguía, se entregó.

d) Gerundio referido al objeto directo de la oración principal con función predicativa: funciona como adjetivo. De usa con verbos de percepción o de comprensión (ver, oír, mirar, percibir, notar, contemplar, recordad, distinguir, hallar, encontrar, etc.) o de representación (pintar, graficar, fotografiar, etc.). En estos casos, el sujeto del gerundio es también el objeto directo (niños, en nuestro ejemplo) del verbo principal:

Vieron a los niños jugando en el parque.

Es incorrecto si el objeto directo al que acompaña es de cosas:

*He visto un camión volcando desperdicios.
He visto un camión que volcaba desperdicios.


e) Gerundio en construcción absoluta: el gerundio de las construcciones absolutas no alude al sujeto de la oración principal ni modifica al verbo. Las construcciones absolutas aparecen en posición marginal, es decir que, en general, figuran al principio de la oración y separadas por comas de la oración principal. Tienen sujeto propio. Éste, siempre explícito, se ubica detrás del gerundio y no antes como habitualmente ocurre cuando se trata del verbo conjugado. Este tipo de construcciones puede manifestar una interpretación condicional y, algunas veces, casual.

Ejemplos:

Condicional: Leyendo Juan, no entenderás lo suficiente.
(Si lee Juan, no entenderás lo suficiente.)


Causal: Sabiendo que él estaría, no convocamos a nuevos socios.
(Como sabíamos que él iba a estar, no convocamos a nuevos socios.)


f) Gerundio en locuciones verbales: algunos verbos (andar, estar, ir, venir, seguir, proseguir, etc.) funcionan, en forma accidental, como auxiliares y forman con el gerundio locuciones verbales con sentido progresivo.

Vine trayendo libros muy pesados.

g) Gerundio independiente: la oración no tiene verbo principal. Se emplea en obras literarias o al pie de fotografías o cuadros.

El presidente llegando de su gira.

h) Gerundio con valor imperativo: se utiliza en el lenguaje coloquial. El que emite la orden presupone que la acción ya comenzó a ser ejecutada.

¡Corriendo! ¡Avanzando hacia el interior!

i) Estar siendo + participio: algunos autores de manuales de estilo consideran que esta construcción constituye un anglicismo, sin embargo no es incorrecto su uso:

Su caso está siendo investigado.

j) Gerundio que indica duración o matiz de continuidad.

Está leyendo. / Sigo pensando que eso no es cierto.

k) Gerundio cuya acción es inmediatamente anterior a la del verbo principal:

Alzando el revólver, lo dejó caer en el suelo.

María Marta García Negroni, Laura Pérgola y Mirta Stern, El arte de escribir bien en español: manual de corrección de estilo, Buenos Aires, Santiago Arcos, 2004.

El papel del traductor: idealismo y precariedad

El traductor, en la soledad de su oficio, se encuentra escindido entre el idealismo y la precariedad. De lo primero dan cuenta hermosas frases como la de Milan Kundera, para quien los traductores son "los que nos permiten vivir en el espacio supranacional de la literatura mundial, son ellos los modestos constructores de Europa, de Occidente"; o las de James Boyd White, para quien la traducción es "the art of facing the impossible, of confronting unbridgeable discontinuities between texts, between languages, and between people. As such it has an ethical as well as an intellectual dimension. It recognizes the other -the composer of the original text- as a center of meaning apart from oneself."
De lo segundo, de la precariedad, dan cuenta las condiciones materiales en las que se ve obligado muchas veces a realizar su trabajo: prisas, mínimo control sobre su obra, escaso reconocimiento de su labor.
Hasta tal punto es el traductor un personaje tachado que se ha llegado a definirlo como un vidrio transparente cuya interposición entre la obra en la lengua original y los lectores de la lengua de llegada no introduce (no debe introducir) ningún elemento nuevo en la comunicación que se establece entre la primera y los segundos. Hay incluso muchos traductores profesionales que comparten esa opinión. Es cierto que las pautas que rigen el modo en que debe leerse una traducción no permiten con facilidad la presencia no convocada de un testigo “inoportuno que nos recuerda, en lo mejor del abrazo literario, que no estamos a solas”, pero no lo es menos que lo que los lectores tienen en sus manos es un libro escrito por el traductor.
Para leer a Elias Canetti o al primer Kadaré hay que saber alemán o albanés; si se los lee en castellano, se estará leyendo a Juan del Solar o a Ramón Sánchez Lizarralde. O, para ser más precisos, el tándem Canetti/Del Solar o Kandaré/Sanchez Lizarralde. Al no ser un personaje público, la voz del traductor permanece en la sombra, sin ser reconocida por los lectores, cosa que sí ocurre cuando el traductor es autor de reconocido prestigio.

Juan Gabriel López Guix, Jacqueline Minett Wilkinson, Manual de traducción inglés / castellano, Editorial Gedisa, 1997.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Shall and may

In legal documents, the verb shall is used to indicate obligation, to express a promise or to make a declaration to which the parties involved are legally bound. This use differs from that in everyday speech, where it is most often used to make offers (Shall I open the window?) or to refer to the future (I shall miss you), although this latter use is less frequent in modern English.

In legal texts, shall usually expresses the meaning of “must” (obligation):

Every notice of the meeting of the shareholders shall state the place, date and hour.

Or “will” (in the sense of a promise):

The board of directors shall have the power to enact bylaws.

Shall can also be used in legal texts to refer to a future action or state:

...until two years shall have expired since such action by vote of such shareholders.

In everyday speech, this future meaning is commonly expressed using only the present perfect (... until two years have expired...).

Another verb commonly found in legal documents is may, which generally expresses permission, in the sense of “can” (this use is less common in everyday English):

...any bylaw or amendment thereto as adopted by the Board of Directors may be altered, amended or repealed by a vote of the shareholders.

In everyday English, may is sometimes used as a substitute for might, indicating probability (He may want to see the document).

Amy Krois-Linder, International Legal English, Professional English, Cambridge.

jueves, 3 de diciembre de 2009

neither, nor and not ... either

1) neither and nor

We can use neither and nor as adverbs to mean 'also not'. Neither and nor come at the beginning of a clause, and are followed by inverted word order

auxiliary verb + subject.

I can't swim. < Neither/nor can I. (NOT [also can't.)
Ruth didn't turn up, and neither/nor did Kate. (NOT ... and Kate didn't too.)

In American English, nor is not normally used after and.

2) not either


We can also use not ... either with the same meaning and normal word order.

I can't swim. ~I can't either.
Ruth didn't turn up, and Kate didn't either.

In very informal speech, me neither (and occasionally me either, especially in AmE) can be used instead of I ... n't either.

I can't swim. ~Me neither.

3) one negative

Only one negative word (not or neither) is necessary to give a negative meaning.

Neither did Kate OR Kate didn't either. (NOT Neither didn't Kate OR Kate didn't neither).

Michael Swan, Practical English Usage, Third Edition, Oxford University Press, 2006.

neither ... nor

This structure is used to join two negative ideas. (It is the opposite of both ... and.) It is usually rather formal.

I neither smoke nor drink. (less formal: I don't smoke or drink.)
The film was neither well made nor well acted.

- Sometimes more than two ideas are connected by neither ... nor.

He neither smiled, spoke, nor looked at me.

- Neither cannot begin a complete clause in this structure.

He neither smiled ... nor ... (BUT NOT Neither he smiled ... )

- When singular subjects are connected by neither ... nor, the verb is normally singular, but it can be plural in a less formal style.

Neither lames nor Virginia was at home. (normal)
Neither lames nor Virginia were at home. (less formal)

Michael Swan, Practical English Usage, Third Edition, Oxford University
Press, 2006.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Explaining what a law says

There are several ways to refer to what a law says. Look at the following sentences:

The law stipulates that corporations must have three governing bodies.
The law provides that a witness must be present.
The patent law specifies that the subject matter must be "useful".


These verbs can also be used to express what a law says:
The law states / sets forth / determines / lays down / prescribes that...

Amy Krois-Linder, International Legal English, Professional English, Cambridge.

Dequeísmo y queísmo

El fenómeno conocido como dequeísmo consiste en colocar incorrectamente la preposición de delante de una proposición sustantiva encabezada por que y con la función de sujeto o de objeto directo:

En lugar de:
*Es necesario de que no fallen.
*Pienso de que deberíamos reunirnos más seguido.


Debe decirse:
Es necesario que no falten.
Pienso que deberíamos reunirnos más seguido.

El dequeísmo también puede aparecer en:
a) subordinadas de atributo:
*Mi preocupación es de que no sé cómo decírselo.
Mi preocupación es que no sé cómo decírselo.


b) en locuciones conjuntivas:

En lugar de:
*a menos de que
*así es de que
*una vez de que
*a medida de que

Debe decirse:
a menos que

así es que
una vez que
a medida que


Suele resultar común incurrir en el error contrario: el queísmo. Este solecismo consiste en suprimir indebidamente la preposición de en construcciones que actúan como complementos de un sustantivo, de un adjetivo, de un verbo o de un pronombre:

En lugar de:
*Date cuenta que no me lo dijiste.
*Tengo la convicción que lo lograrás.
*Estoy segura que él no lo hizo.
*Me alegro que vengas.
*¿Es verdad eso que van a abrir un nuevo curso?


Debe decirse:
Date cuenta de que no me lo dijiste.
Tengo la convicción de que lo lograrás.
Estoy segura de que él no lo hizo.

Me alegro de que vengas.
¿Es verdad eso de que van a abrir un nuevo curso?


Tampoco debe omitirse la preposición de en las construcciones verbales que rigen un complemento de+término: alegrarse de, estar seguro de, olvidarse de, quejarse de, acordarse de, estar convencido de, etc.

Una forma de asegurarse la necesidad de la presencia de la preposición de consiste en sustituir la proposición subordinada por eso o ello por un sintagma nominal:

Estoy segura de que va a venir = Estoy segura de eso / de su tarea.

Aun cuando no existe consenso entre los gramáticos, se aconseja omitir la preposición de en las siguientes expresiones: hasta el punto de+infinitivo, hasta el punto de que, además de que, encima de que, aparte de que, en el supuesto de que, en el caso de que, a causa de que, a condición de que, con la condición de que, a pesar de que, antes de que, con tal de que, etc.
Nota: No debe confundirse Me alegro de que vengas con Me alegra que vengas, donde la proposición incluida sustantiva que venga funciona como sujeto del verbo alegra.

María Marta García Negroni, Laura Pérgola y Mirta Stern, El arte de escribir bien en español: manual de corrección de estilo, Buenos Aires, Santiago Arcos, 2004.

martes, 1 de diciembre de 2009

Texto jurídico y traducción jurídica

El concepto de “texto jurídico” parece destinado a generar más interrogantes que certezas, incluso entre los profesionales del Derecho o de la traducción que utilizamos a diario esta colocación. Es uno de los muchos términos que los usuarios de la lengua tácitamente convenimos en “tolerar” y compartir, con la conciencia -o sin ella- de que sus límites son borrosos y de que no todos tenemos una visión coincidente de su contenido y de su alcance. En palabras simples: ¿en qué pensamos cada uno cuando pensamos en el “texto jurídico”? ¿En una ley, en un contrato, en un tratado de Derecho, en una resolución judicial, en un escrito presentado en el marco de un proceso? Y más precisamente, ¿en un contrato tipo o en uno completo y suscripto por las partes? ¿En un tratado de Derecho Civil o de Derecho Ambiental? ¿En una denuncia penal o en un informe pericial presentado por un perito psiquiatra, por ejemplo? ¿Incluiríamos o desecharíamos un artículo periodístico sobre un instituto jurídico? Y la porción del guión cinematográfico que describe la acción en la sala de un tribunal, con abundante léxico jurídico y con alusiones técnicas que a veces sólo el experto comprende, ¿podrá ser un texto jurídico o no? Además, ¿bastará la presencia de léxico jurídico en el texto para transmitirle a éste ese carácter?

El sintagma “texto jurídico” ya nos adelanta que estamos caracterizando al texto por referencia a una determinada disciplina, el Derecho; es decir, el calificativo “jurídico” atiende, por un lado, a un registro particular y al contenido del texto, pero, por otro lado, también parece restringir el número de posibles emisores (el legislador, el juez, el abogado, el jurista) y, en ocasiones, también el número de destinatarios ciertos o probables. Pero la colocación no alude a la función o funcionalidad del texto sobre la base de las tradicionales funciones comunicativas o comunicacionales del lenguaje. Así, la frase “texto jurídico” no nos dice, por ejemplo, si el texto en cuestión es informativo, descriptivo, apelativo o argumentativo, ni si se puede presentar una combinación de estas funciones, ni tampoco si puede ir de la mano de la función emotiva, o aun de la estética. Desde este punto de vista, el concepto de “texto jurídico” no es unívoco, es decir, no hay un solo tipo de texto jurídico, sino que, por el contrario, parece ofrecer la posibilidad de combinaciones múltiples; por ello, un encasillamiento estricto y a priori en alguna de estas funciones muy probablemente represente un esfuerzo mal orientado.

Sin querer intentar aquí un análisis pormenorizado de este aspecto, observo al menos que algunas correlaciones parecen naturales: el texto de contenido jurídico suele cumplir una función informativa o descriptiva, como lo hacen, por ejemplo, los trabajos de doctrina jurídica y la ley misma tomada en sentido amplio o material. Pero también sabemos que ciertos textos, como los de doctrina, los trabajos de investigación académica o los emanados de la actividad recreadora del juez, están impregnados de un fuerte carácter argumentativo y persuasivo. Y esta última cualidad se aprecia de manera muy viva, también, en una demanda o en un alegato, por ejemplo. Sería preciso incluir, tal vez, ciertas subfunciones en las mencionadas, como las que podrían denominarse “expositiva”, “didáctica”, “interpretativa” y “dispositiva”, para caracterizar con mayor exactitud, y a la vez distinguir, textos tales como un contrato, que tanto informa sobre hechos como regula derechos y obligaciones de las partes (texto expositivo-dispositivo) y un Manual de Derecho, que informa enseñando, interpreta opinando y a la vez persuade acerca de las bondades de una determinada interpretación o solución (texto expositivo-didáctico-interpretativo-persuasivo).
Además de su interés teórico, la conceptualización tiene repercusiones prácticas, puesto que de nuestra noción de "texto jurídico" dependerá, por ejemplo, qué tipo de material textual incluiremos en un curso universitario de "traducción jurídica”. Nos proveerá, también, de herramientas para decidir si determinados principios de la teoría de la traducción o de la traducción aplicada a otras áreas conservan su eficacia cuando se los aplica a la traducción jurídica.

El colorario de lo dicho es que “traducción jurídica” será el proceso de trasvasar a la lengua meta un texto jurídico así caracterizado en la lengua de origen, con la correspondiente misión de generar en aquélla un texto también jurídico. Y es aquí donde interviene el que llamamos “traductor jurídico” que, aun cuando resulte ocioso aclararlo, también queda definido por esa clase de traducción que emprende.
De este modo, el concepto de "traductor jurídico” denota más una situación contingente que un estado permanente, a diferencia de lo que ocurre con el concepto de "traductor público" o "traductor jurado", que denota un status y no se define por el tipo de texto con el que trabaja a la hora de traducir sino por una circunstancia extralingüística y puramente formal (su reconocimiento como profesional fedatario).

Ricardo Chiesa, Superficie y sustancia del texto jurídico: algunos aspectos para la reflexión, El Lenguaraz, año 4, número 4, abril de 2003.

Lo importante que es saber idiomas

La lengua española

La lengua española es nuestra sangre y nuestra identidad. Con cada voz nombramos la belleza, pues Dios hizo las palabras para la alegría y para la paz, para que amanezca el bien en cada sílaba.
Sabemos que las palabras acompañan nuestra vida y son nuestra vida. Con ellas, anhelamos perpetuar la Creación; buscamos inconscientemente la inmortalidad de nuestros caminos interiores y nos recreamos al decirnos, y somos en la plenitud de la escritura.
Cada vocablo es meta sublime de un largo viaje espiritual, sereno, de silencios sostenidos, de luces y de sombras. El tiempo que prepara el florecimiento de la palabra es ascético, tiempo interior, en que cada hombre aspira a albores, ocasos y paraísos. Hay, en cada verbo, vocación de inmensidad e intensión[1] de horizontes, y —por qué no—, cielo que ancla en la tierra virgen de la página sin alas o en el corazón que nos escucha para hacerse dueño de nuestro corazón.
Imaginamos que las palabras viven en éxtasis, en una mañana perenne, pensativa, y allí esperan pacientes nuestro llamado para que sublimemos el mundo. Y aunque todos hablamos un español igual y, al mismo tiempo, diferente, a veces, creemos que, para muchas personas, esa mañana no existe por desidia o por impasibilidad, pues se comunican tristemente mediante despojos sintácticos y burdas invenciones léxicas. Y no hablamos de perfección, porque ésta no cabe en la pequeñez del hombre, sino de esmero en el decir para evitar excesos. El buen español, que recreamos cada día, no es sólo el que responde a los cánones de lo correcto, sino también el que revela preocupación de claridad y de concisión por respeto a los demás, ese olvidado respeto a los demás, que es falta de amor, pues
—como bien decía Juan Ramón Jiménez— sólo pensamos cuando amamos.
¡Qué poco nos preocupa amar ardientemente estos mensajes del pensamiento y del sentimiento; gozar de los dolores entrañables de esa parición que tanto necesitamos! ¡Cómo asolamos las entrañas de los vocablos! Lamentablemente, nos hemos acostumbrado a bastardearlos; más aún, si nuestra vida está en lo que hablamos o escribimos, ¡qué pobre vida tenemos, qué confusión consentida! Nos hemos vaciado de valores, o mejor, nos hemos desentendido lentamente de esos valores que sostienen el espíritu para que viva el intelecto una vida superior; las ansias desmedidas de progreso material los han desterrado a la oscuridad del desprecio. Preferimos olvidarnos de la ética, de la estética y del conocimiento, y andar huecos y cojos por las sendas de la nada representando un papel que, no pocas veces, raya en lo ridículo. Nos olvidamos voluntariamente de vivir para ser mejores y escandalizamos adrede, en todos los ámbitos, con palabras gastadas, envilecidas por la soberbia ultrajante de la indiferencia, carentes de ternura y de delicadeza. Reemplazamos las virtudes con la deslealtad a nuestra condición de hombres y profesamos el culto de la fugacidad o —como bien dijo Santiago Kovadloff— "la idolatría del instante"[2]. Escribió Pedro Henríquez Ureña que "nuestros enemigos, [...], son la falta de esfuerzo y la ausencia de disciplina, hijos de la pereza y la incultura, o la vida en perpetuo disturbio y mudanza"[3]. Esfuerzo, respeto, disciplina, en fin, belleza. "¡Nunca un poquito menos!"[4]
Ya no se comprenden las lecturas más sencillas, y el apellido del protagonista de un cuento puede significar para los lectores un pájaro o la marca de un utensilio de limpieza[5].
Se oyen los mensajes televisivos o radiales, pero no se escuchan, entonces, se uniforman todos los contenidos y se mezclan en una confusión perfecta.
La publicidad despliega su interés material sin reparar en el significado de las palabras que usa cuando, por ejemplo, nos dice:

Lipoescultura láser: Sin riesgo anestésico.
En 1 hora elimine costado de caderas,
abdomen, entrepiernas, rodillas. Sin internación.

¿Habrá buscado el especialista el significado exacto del verbo "eliminar" (‘quitar, prescindir de’) antes de publicar esta gacetilla y, sobre todo, su denotación médica de ‘expeler una sustancia’, o sólo estaría preocupado por no gastar mucho en la promoción? Nos preguntamos: ¿En qué se transformará una mujer después de ejecutadas las promesas de este anuncio? ¿Dónde está la mesura que deben guardar las palabras? ¿Dónde, su verdad, su precisión? ¿Por qué tanta indigencia léxica? Sin duda, las hemos abandonado, porque nos hemos olvidado de querer, de sentir y de pensar, y porque hemos perdido la afición al estudio y al aprendizaje. Ese descuido contribuye a nuestra degradación como personas. Alimentamos la rutina, la pereza y los índices de evaluación televisivos, y nos quedamos sin respuestas, es decir, sin palabras. Como no sabemos qué decir, decimos mal lo que no sabemos. Baste este ejemplo tomado de Internet sin una coma que lo defienda:

Mi pregunta es: si hago cajones de crianza para cría
intensiva de telgopor ¿les hará mal a los caracoles?

Esa poquedad verbal nos impide encarnar la belleza, que está con nosotros y no presentimos, esa sencilla belleza que tiene su paradigma en aquella breve oración que dijo Cristo a uno de los malhechores en la hora de la cruz: "En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el Paraíso". ¿Habrá otra definición más bella?
Este debe ser tiempo de meditación, de goce, de análisis, para evocar la esencia de la palabra, para renovarnos de dentro hacia fuera. Tenemos heridas las alas —lo sabemos—, pero aún nos queda la esperanza de otro vuelo para cambiar el mundo.

Alicia María Zorrilla, Normativa lingüística y corrección de textos, Buenos Aires, 2009, págs. 9-12.


[1] Esta palabra significa 'intensidad'.
[2] "La siembra de la ignorancia", La Nación Revista, 10 de noviembre de 2002, pág. 31.
[3] "Seis ensayos en busca de nuestra expresión", Obra crítica, 1.ª reimpresión, México, Fondo de Cultura Económica, 1981, pág. 252.
[4] Juan Ramón JIMÉNEZ, Ideolojía (1897-1957), Barcelona Anthropos, 1990, pág. 206.
[5] Esto ocurrió con el apellido "Recabarren", protagonista del cuento "El fin", de Jorge Luis Borges (Ficciones). El cuento comienza así: "Recabarren, tendido, entreabrió los ojos y vio el oblicuo cielo raso de junco" (Obras Completas 1923-1949, Tomo I, Barcelona, EMECÉ, 1997, pág. 519).

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