jueves, 28 de enero de 2010

Uso de las preposiciones

La RAE considera incorrecto el empleo de más de una preposición con el mismo complemento. Por ejemplo: Se venden panes con o sin sal. Aunque este tipo de construcciones de uso corriente en el lenguaje hablado son difíciles de desterrar, debe decirse Se venden panes con o sin ella.
Cuando una preposición se repite en una construcción, puede suprimirse siempre que la omisión no tome como conjunto a entidades que en la realidad son independientes:

Compré un anillo de oro y platino.
Compré un anillo de oro y de platino.
Estuve en París y en Roma.
*Estuve en París y en Roma.

No puede suprimirse, en cambio, delante de los pronombres:

*Compré pañuelos para él y mí.
Compré panuelos para él y para mí.

Tampoco puede suprimirse si alguno de los sustantivos lleva un adjetivo que no afecta al otro sustantivo de la misma construcción:

*Sirve para los perros y gatos pequeños.
Sirve para los perros y para los gatos pequeños.

Asimismo, no debe suprimirse si un complemento de una de las palabras a las que afecta no lo es también de las otras:

*Aprendió a multiplicar y dividir por cuatro.
Aprendió a multiplicar y a dividir por cuatro.

María Marta García Negroni, Laura Pérgola y Mirta Stern, El arte de escribir bien en español: manual de corrección de estilo, Buenos Aires, Santiago Arcos, 2004.

El punto



La principal diferencia en el uso del punto radica en su mayor utilización en inglés, dada la tendencia de ese idioma a no hacer tan explícita, en comparación con el castellano, la articulación del discurso. La omisión de los elementos que marcan la relación de oraciones favorece un uso de la puntuación y una concisión que, en castellano, puede dar una impresión de pobreza estilística o de una búsqueda deliberada de efectos expresivos que, en determinados contextos, no es pertinente. En castellano, el punto suele indicar pausa o separación; la relación suele expresarse con otros signos, como la coma y el punto y coma. A la hora de traducir, el resultado de esta preferencia -que ya hemos comentado en el capítulo 4- es que, como dice Vásquez-Ayora, «las más de las veces nos vemos uniendo oraciones y períodos que el inglés deja sueltos».

In 1989 some 1.2m people left Eastern Europe and the Soviet Union. That figure needs breaking down, for it has led to exaggerated fears in Western Europe. Some 700,000 were East Germans or people of German origin. Another 300,000 were ethnic Turks in Bulgaria, half of whom returned to Bulgaria. And yet another 70,000 were Soviet Jews.

En 1989, alrededor de 1,2 millones de personas abandonaron Europa oriental y la Union Soviética; sin embargo, esta cifra tiene que desglosarse porque ha suscitado temores exagerados en Europa occidental. Alrededor de 700,000 fueron alemanes o personas de origen alemán; 300.000, búlgaros de etnia turca, la mitad de los cuales no tardó en regresar a Bulgaria; y 70.000 más, judíos soviéticos.


En muchos casos, el inglés utiliza un punto ante conjunciones, adverbios o locuciones, donde el castellano opta más fácilmente por una causa menos marcada.

Such individual catastrophes may be rare. However, Clube and Napier calculate that there should be a few giant comets, 50 to 300 kilometres across.

Estas catástrofes individuales quizá sean poco frecuentes, aunque Clube y Napier calculan que deben de existir unos pocos cometas gigantes, con diámetros de entre 50 y 300 kilómetros.


There’s no dearth of creation myths, from Easter Island's god that laid a world egg to the Old Testament's six days of genesis. But for the truly weird, imagine the big bang.


Desde el dios de la isla de Pascua que puso un huevo cósmico hasta el génesis en seis días del Antiguo Testamento, no se puede decir que escaseen los mitos de creación; pero, si lo que se busca es algo verdaderamente inverosímil, imaginemos la gran explosión.


Por otra parte, en las cantidades numéricas escritas con cifras, las dos lenguas utilizan sistemas opuestos de notación, puesto que el punto se utiliza en inglés para señalar los decimales, y la coma -no el apóstrofo-, para las unidades de millar y de millón. En castellano, la práctica es la inversa. También existe otra convención en los números de cuatro o más cifras, el uso del espacio fino en lugar del punto.

Juan Gabriel López Guix, Jacqueline Minett Wilkinson, Manual de traducción inglés / castellano, Editorial Gedisa, 1997.

viernes, 8 de enero de 2010

Canchero en inglés


Me han ofrecido comprar un departamento cuyo edificio cuenta con rest room, health club y piscina in-out, en lugar de cuarto de huéspedes, gimnasio y pileta cubierta-descubierta; que es igual, pero no es lo mismo.
Me han invitado a un fitness center para practicar indoor cycling, o, dicho de otro modo, pedalear un rato en la conocida bicicleta fija, que es lo mismo, pero hace a la diferencia.
He asistido a una party muy fashion (de la que me enteré por los flyers que se repartieron por toda la city), estuve en el sector Very Important Person, donde había muchas celebrities y top models tomando energy drinks y todo era cool.
Me han dicho en la office que organicemos un planning con mucho brainstorming y que después de un break, coffee incluido, presentemos un brief; es decir, que nos reunamos para tirar ideas y elevemos un informe. Que es idéntico, pero así es otra cosa.
He ido de compras a un outlet de Palermo que tiene un gran showroom; en época de sale (cincuenta por ciento off si se paga cash), para lookearme un poco, pero solamente había en stock talles small y todo me hacía parecer una drag queen. (Caí en la cuenta de que tengo que empezar urgente a hacer gym). Lo único que pude comprarme fue un pin. Eso sí: un pin con la bandera argentina.
He pagado por un deck el doble de lo que me cobraban por una plataforma de madera; por un playroom, mucho más de lo que me hubiera salido una sala de juegos; que es equivalente, pero incomparable.
Me he enterado de que el desayuno americano está totalmente out, ahora lo más in es, sin dudas, el brunch.
Pero me he lamentado, a la hora de redactar el aviso clasificado de alquiler de mi casa, de no encontrar una forma decente de anunciar que cuenta con un quincho con parrilla. (¿Cómo es posible que a nadie se le haya ocurrido todavía desargentizar un poco tal expresión?)
Me pregunto por qué insistimos en querer aparentar lo que no somos. Mientras tanto, lo que podríamos ser sigue postergándose.
¿Cuántos argentinos se estarán preparando para aprovechar la oportunidad de trabajo genuino que brinda el hecho de que cien millones de brasileños deberán aprender nuestra lengua en un futuro inmediato? ¿Dejaremos pasar esta oportunidad, más preocupados por defender el idioma de supuestos enemigos (los siempre señalados como culpables por deformar el idioma: los adolescentes que reinventan la lengua a su gusto, las clases marginales que no respetan las reglas gramaticales) que por hacer escuchar nuestras voces auténticas?
Algún día, si logramos dejar de cubrir nuestro verdadero rostro con make-up y decidimos dejar de aturdirnos con ringtones, quizá no habrá más falta disimular.
La expresión “quincho con parrilla” será atractiva, tendrá más prestigio decir “perdón” que decir sorry, “por favor” que please, y podremos deshacernos de la adicción al OK.
Entonces sí, amaremos saber inglés para leer a Edgar Allan Poe, a Shakespeare, a Hemingway y a tantos otros que tan bien escriben.

Mex Urtizberea, Malas Palabras, Editorial Sudamericana, 2006.